Entrevista a Alberto Peláez Morales
Alberto Peláez Morales es abogado, profesor del Área de Derecho Civil de la Facultad de Derecho de Málaga y presidente, desde su fundación en 1997, de la asociación de acogida Hogar Abierto.
¿Qué criterios establecen a la hora de seleccionar una familia de acogida y por qué?
Los criterios principales son la motivación y la disponibilidad. El primer criterio es obvio. En cuanto a la disponibilidad, hay que tener en cuenta que el acogimiento familiar es una medida de integración con un importante componente educativo, de control de comportamientos, de asunción de normas y modelos de convivencia. Los propios acogedores son quienes mejor pueden promover la reintegración del menor o su paso a otra medida de protección, son quienes tendrán al tanto a los equipos técnicos de la ICIF (Instituciones Colaboradoras de Integración Familiar) y a las unidades tutelares sobre la evolución del niño y los problemas que se puedan presentar.
Si los solicitantes de acogimiento son matrimonio con o sin hijos, la motivación debe ser compartida, pues todos deben participar en la integración familiar del niño acogido.
¿Hay un modelo familiar más adecuado que otros? ¿Pueden acoger otros tipos de familia?
Legalmente pueden acoger familias, matrimonios, personas solas o parejas, con independencia de su orientación sexual.
La mayoría de nuestros acogedores son familias con hijos. En estos casos la integración del niño acogido es más fácil.
¿Cómo mantienen las relaciones del menor acogido con su familia biológica? ¿Qué problemas son los más frecuentes?
La relación del menor acogido con su familia biológica se produce mediante las visitas, que pueden ser semanales, quincenales o mensuales, dependiendo del tipo de acogimiento y del plan de intervención. En nuestro caso, contamos con un espacio destinado al efecto. Las visitas son coordinadas y supervisadas por nuestros equipos técnicos, que realizan informes de seguimiento e incidencias sobre el desarrollo de dichas visitas.
Hay casos en que nuestros equipos técnicos acompañan a los menores a otros lugares, como la prisión, hospital…, a fin de que los niños no pierdan el contacto con sus padres.
Los problemas o dificultades pueden producirse desde los distintos vértices del triángulo ‘menor- familia biológica- familia acogedora’. En un principio la mayoría de las familias biológicas tiene recelos acerca de las familias acogedoras y dudas sobre el papel que tienen que jugar. Es más fácil aceptar que el niño esté en un centro de protección o ‘colegio’ como eufemísticamente le suelen llamar, que en otra familia desconocida que da al niño lo que ellos no han sabido o podido ofrecerle. Tratan de ganar o mantener el cariño de sus hijos prometiendo a veces una pronta –muchas veces ilusoria- reintegración y cargándoles de chucherías y regalos. Esto crea o acentúa en el niño el conflicto de lealtades, a veces piensa que querer a sus acogedores, vincularse afectivamente con ellos, es una suerte de traición a sus padres biológicos.
La familia acogedora tiene que hacer un esfuerzo por suavizar estos conflictos, deben ser comprensivos y mantener el equilibrio y nunca han de expresar una actitud hostil o de reproche hacia la familia biológica.
Con el tiempo, cada uno asume su papel y el puzzle va encajando: el niño vive las visitas de un modo más normal o rutinario y comprende el papel de sus ‘dos familias’. En cuanto a la familia biológica tenemos sobrados testimonios no sólo de aceptación, sino además de agradecimiento hacia los acogedores.
¿Qué dificultades encuentran a la hora de localizar familias de acogida?
Desde la firma del primer convenio de colaboración con la Dirección General de Infancia y Familias (antes Dirección General de Atención al Niño) en 1.998 hemos venido realizando actividades de difusión para captar acogedores, pues la captación es una de las funciones propias de las instituciones colaboradoras de integración familiar. La difusión en prensa de los actos y seminarios de formación que organizamos ha tenido un efecto positivo en la llegada de nuevos solicitantes de acogimiento. Otros han acudido a Hogar Abierto por ser amigos o conocidos de acogedores. Creemos que nuestra experiencia ha sido positiva, pues en la actualidad contamos con un amplio ‘banco’ de acogedores.
No obstante, la dificultad principal estriba en que el acogimiento familiar todavía no es suficientemente conocido en la sociedad y en la resistencia de muchas personas a establecer vínculos con un niño del que tendrán que separarse cuando termine el acogimiento. Sin embargo, las personas seleccionadas y formadas que realmente están concienciadas de la labor social que el acogedor está llamado a realizar responden
de una forma generosa y admirable.