Entrevista a Jesús M. Jiménez Morago
Jesús M. Jiménez Morago es profesor del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla y del Máster Oficial en Intervención y Mediación Familiar.
¿En qué nivel se encuentra la fórmula de acogimiento familiar en Andalucía en relación a otras zonas de España? ¿Hay alguna dificultad específica en nuestra comunidad respecto a esta modalidad de protección al menor?
El acogimiento familiar es una forma de acogimiento que permite a los menores desamparados, unas veces de manera temporal y otras de forma más permanente, crecer y desarrollarse en el seno de familias con las que en algunos casos no tienen vínculos de parentesco y en otros casos, que son los más frecuentes, vivir con sus propios familiares que son los que se convierten en acogedores y acogedoras (típicamente sus abuelas o sus tías maternas). Esta medida permite a los menores mantener vínculos y relaciones con sus progenitores y su entorno familiar y evitan el acogimiento residencial.
En España, como en Andalucía, esta medida está insuficientemente desarrollada tanto en lo que se refiere a su peso relativo frente a otras como el acogimiento residencial, como en lo que se refiere a los estándares de intervención profesional (captación y selección de familias; criterios de valoración; programas de seguimiento, intervención, formación y apoyo; ayudas económicas, etc,..) y los recursos que se le aplican, siendo especialmente cierto lo anterior en los acogimientos con familia extensa (es decir, con familiares) que son la inmensa mayoría de los acogimientos familiares constituidos.
En nuestra Comunidad es preciso mejorar los sistemas de información y actualizar los datos existentes sobre acogimientos constituidos. A partir de ahí es preciso diseñar un plan integral de intervención profesional acorde con la relevancia protectora de la medida. Y en ese sentido se está trabajando ahora desde la Administración. Nosotros, por nuestra parte, estamos tratando de impulsar y colaborar en está tarea gracias a un convenio que hemos suscrito entre la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social y la Universidad de Sevilla para realizar una investigación en Andalucía sobre acogimiento familiar, cuyos primeros resultados esperamos poder presentar en el próximo Foro de la Infancia que se celebrará en noviembre.
¿Qué modalidad de acogimiento es más común en Andalucía?
Si atendemos a las relaciones entre acogedores y acogidos el tipo de acogimiento más frecuente en Andalucía es el acogimiento en familia extensa, lo que en la mayoría de los casos significa acogimientos con carácter permanente. Según los últimos datos de los que disponemos, esta forma de acogimiento representa en Andalucía prácticamente el 90% de todos los acogimientos familiares actualmente constituidos. Si atendemos a la forma en que se constituyeron la mayoría son acogimientos administrativos y sólo una pequeña parte judiciales (se constituyen con la intervención judicial cuando no hay acuerdo de las partes).
¿Qué perfil tienen las familias acogedoras andaluzas?
Es difícil precisar porque en este momento todavía no contamos con investigaciones suficientemente amplías, representativas en el territorio ni detalladas en cuanto a tipos de acogimiento en Andalucía. Por los datos parciales que actualmente disponemos, el perfil cambia principalmente en función de la relación entre acogedores y acogidos. Los acogedores y acogedoras de familias extensas son en su mayoría abuelos y abuelas y en una menor proporción tíos y tías de los menores acogidos, en su mayor parte de la línea familiar de la madre del menor. Como se deduce de lo anterior, suelen ser personas de mediana o incluso avanzada edad que también frecuentemente tienen limitados recursos educativos y económicos. Estas personas padecen con cierta frecuencia problemas de salud, tienen que cuidar a otras personas dependientes y, también con cierta frecuencia, acogen a más de un menor en la familia. En cuanto a las familias acogedoras ajenas, típicamente se trata de familias que viven en entornos normalizados y que han pasado por un proceso de selección y formación previa. Se trata de acogedores y acogedoras más jóvenes que los de extensa, que con mucha frecuencia tienen hijos (aunque también acogen familias monoparentales o sin hijos..). Se trata de familias estables, con buena dinámica familiar en la que los acogedores disponen de recursos educativos y económicos suficientes y motivación y capacidad para responder adecuadamente a las necesidades que les plantean los menores acogidos.
¿Es una variable determinante la exclusión social o la baja situación socioeconómica a la hora de aplicar medidas de retirada y/o acogida?
Los fenómenos de exclusión y los problemas sociales y económicos son una auténtica lacra tanto para las personas que los sufren como para nuestra sociedad. En este terreno todo lo que se hace parece poco, pero esto no debe impedir que sigamos luchando contra estos fenómenos con políticas sociales, y también con medidas educativas, económicas y laborales. Sin embargo, y a pesar de todos estos esfuerzos, diferentes estudios indican que estos fenómenos afectan cada vez a más familias y, en su seno, a todos sus miembros. Es evidente que en este tipo de contextos los más vulnerables son los niños y las niñas. Por ello, aunque estas situaciones no son determinantes, suelen implicar, con más frecuencia que en otras situaciones sociales y familiares, diferentes amenazas para el desarrollo integral, la salud y el bienestar de los menores. Ello no quiere decir de ninguna manera que las situaciones de riesgo y desamparo se den sólo en ese tipo de situaciones familiares, ni necesariamente en todas las familias que viven en tales situaciones. La investigación y también los profesionales que trabajan en el sistema de protección han puesto de manifiesto reiteradamente que distintas situaciones de riesgo, así como determinadas formas de abuso infantil relativamente frecuentes, se dan en todo tipo de contextos sociales y familiares.