Jesús Enrique Cubiles Gutiérrez
Director del Observatorio de la Infancia en Andalucía
¿Cuál es la labor de los poderes públicos para fomentar una buena política informativa y comunicativa para la población menor?
El papel de las administraciones públicas en esta materia es fundamental. Debemos recordar que en una sociedad democrática los poderes públicos están al servicio y representan a la ciudadanía, teniendo como objetivo fundamental defender y hacer valer sus intereses. Por tanto, ha de ser una prioridad para quienes ostentan responsabilidades públicas propiciar y promover que la información y comunicación que se dirija a las personas menores de edad sea adecuada, para que les permita integrar valores positivos desde el punto de vista personal y social. A tal fin, creo que se deben apoyar e incluso liderar todas aquellas iniciativas comunicativas que tiendan a facilitar a los niños y niñas la educación en el conocimiento y adecuado ejercicio de sus derechos, así como las responsabilidades acordes a su edad evolutiva. Se trata, en definitiva, de facilitar que el mundo de la comunicación y a las nuevas tecnologías sea utilizado para permitir que los menores puedan contrastar realidades diversas entre la oferta mayoritaria actual, transmisora de valores puramente consumistas, competitivos, de soluciones inmediatas y sin esfuerzo ni mérito alguno, y otra visión más relacionada con principios como el respeto, la solidaridad, la igualdad o la solución pacífica de los conflictos, y todo ello dentro del respeto a la libertad de información consagrada en nuestra Carta Magna y que cuenta entre sus límites constitucionales con la protección de la infancia y la juventud.
¿Qué experiencias se han llevado a cabo en Andalucía en esta materia?
Sería prolijo enumerarlas. Por ello, me voy a ceñir a la que conozco más de cerca, pues tuve el honor de participar en su elaboración. Se trata de la serie de animación en 3D “Andaluna y Samir” que ha producido la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social con financiación de la Unión Europea. Son trece capítulos de unos quince minutos de duración cada uno durante los cuales los personajes, una pandilla de amigos y amigas de alrededor de 9 ó 10 años de edad, encabezados por Andaluna –personaje de ficción que representa a los niños y niñas en Andalucía-, viven aventuras en las que se tratan de forma divertidas temas relacionados con la educación en valores, como la igualdad de género, la diversidad familiar, las nuevas tecnologías y el respeto a la intimidad, la educación o las personas con discapacidad. Y todo ello bajo un elemento común que impregna toda la serie como es el de la integración, la igualdad en derechos de los diferentes. El mejor ejemplo de ello es el inicio de la trama: efectivamente, la historia comienza con el traslado de Andaluna y su familia a una nueva población andaluza y al llegar al nuevo colegio sin conocer a nadie es Samir, un niño marroquí que lleva varios años en nuestra tierra, quien hace las veces de mediador-integrador de Andaluna en su nuevo espacio de convivencia. La moraleja es clara: en cada momento y lugar tú puedes ser la diferente, el nuevo, pertenecer a la minoría y no por ello tienes distintos derechos y responsabilidades.
¿Qué iniciativas públicas se están desarrollando en Andalucía para fomentar el buen uso de las TIC por parte de la población menor de edad?
La Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía está desarrollando una importante tarea para promover el uso de las nuevas tecnologías por parte de todos los ciudadanos y ciudadanas, fundamentalmente a través de la iniciativa Guadalinex para facilitar el acceso general a un sistema operativo libre y gratuito. Al referirnos a los niños y niñas, el Decreto 25/2007, de 6 de febrero, por el que se establecen medidas para el fomento, la prevención de riesgos y la seguridad en el uso de Internet y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) por parte de las personas menores de edad, ha supuesto un paso muy significativo para intentar adecuar la promoción de la utilización del uso de de los nuevos medios de información y comunicación, a los valores democráticos y de convivencia ordenada que impone su buen uso desde el punto de vista educativo. En tal sentido la Junta de Andalucía ha puesto a disposición de todos y todas filtros de contenidos, en su portal institucional, los cuales permiten a los padres, madres y educadores en general la facilitación y supervisión de ese buen uso. También se ha puesto en marcha el portal infantil y para padres y madres www.kiddia.org. Por su parte, el Observatorio de la Infancia en Andalucía que dirijo está realizando en estos momentos una investigación sobre el uso de las nuevas tecnologías por la infancia y adolescencia en Andalucía que permitirá a los responsables de las políticas de infancia y de innovación tener una visión más cercana a la realidad actual de esta cuestión y, consecuentemente, abordar los retos de futuro con un mayor conocimiento de causa.
¿Hacia dónde debería dirigirse la TV pública andaluza para cumplir su función de servicio a la infancia en esta nueva coyuntura de avances tecnológicos?
La TV, de titularidad pública o privada, es un medio de comunicación SOCIAL, con mayúsculas. Es importante destacar el papel social de la TV, que muchas veces se olvida para convertirlo en un mero transmisor de imágenes y sonidos carentes de cualquier contenido que suponga alguna aportación positiva a la sociedad. Los medios de comunicación han recibido el encargo constitucional de ser los principales agentes de aplicación de uno de los pilares básicos de nuestro Estado social y democrático de Derecho: la libertad de información. Elemento fundamental para conformar una sociedad plural, pero que como cualquier otro derecho o libertad tiene límites, en este caso, la intimidad, la propia imagen y el honor de las personas y, especialmente, la protección de la infancia y la juventud. Y ello supone un privilegio, más también una enorme responsabilidad. Los medios de comunicación en general y la TV en particular no deben, en aras de un interés puramente comercial, entender que los límites que establece nuestra Constitución están ahí para que los apliquen los jueces a posteriori. Debe existir un filtro previo real por parte de los propios operadores que de una vez por todas permita contar con una TV de verdadera calidad y transmisora de valores positivos para niños y niñas. Y debe existir un verdadero reconocimiento público y social a quienes den ese paso, a quienes desde los medios apuesten por programaciones infantiles alejadas de la violencia gratuita, del sexismo o la utilización de los niños como meras imitaciones ridículas de los estereotipos adultos. En esta exigencia a todos los medios, los primeros han de ser los de titularidad pública, pues son de todos y todas, y por tanto deben representar los valores que queremos transmitir a nuestros hijos e hijas.